El ritmo de aumento del 3,8% mensual que se observó en el dólar oficial en noviembre se mantiene y hasta podría profundizarse en diciembre. Esta aceleración resultó la primera señal que dio el titular del BCRA, Juan Carlos Fábrega, desde su llegada al Central. Sin embargo, aunque el objetivo es que el tipo de cambio sea más competitivo, en el corto plazo la estrategia genera problemas: el más visible es que los productores agropecuarios deciden retener la cosecha, esperando liquidar en tres o cuatro meses a un tipo de cambio mucho más conveniente.
El propio jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, salió a pedir a inicios de esta semana que los productores «no especulen» y vendan la cosecha. Pero la lógica económica marca otro camino, que consiste en financiarse en pesos en el mercado local y esperar a que siga aumentando el dólar hasta que encuentre un punto de equilibrio. Claro que aún en el actual ritmo de devaluación ese punto no llegaría ni siquiera a mediados del año próximo.
El titular del BCRA les pidió a las cerealeras que suscriban una Letra por seis meses con el objetivo de atravesar mejor esta espera hasta que vuelvan las liquidaciones fuertes del sector en abril del año próximo. Aunque habría un principio de acuerdo, aún está por verse cuántos dólares traerán finalmente las empresas y si la cifra se acerca a los u$s 2.000 millones que pide Fábrega.
Con las subas que ha tenido el dólar en las últimas semanas (dos o tres centavos diarios), el ritmo anual de devaluación ya se ubica en el 48% anual, cuando venía de apenas un 20% en el arranque de 2013. «Nadie quiere hacer un negocio tan malo como salir a vender y liquidar los dólares por el mercado oficial habiendo tanta certeza de que el tipo de cambio seguirá subiendo a este ritmo o incluso más rápido», señaló ayer el gerente financiero de un banco extranjero.
Los futuros del dólar muestran en forma creciente una avidez de los operadores por cubrirse. El Central había salido a vender más de u$s 1.000 millones el viernes a través de la rueda del Mercado Abierto Electrónico (MAE), pero ya en los últimos días directamente no intervino. De esta forma, el mercado se movió sin ese jugador principal. Hubo demanda por cobertura, pero muy pocos salieron a vender. Por eso, los precios de cierre para todos los meses aumentaron significativamente, en algunos casos con subas superiores al 2%. En otras palabras, las empresas buscan cubrirse ante la aceleración significativa del dólar oficial. Para fin de febrero, el dólar se ubicó a $ 6,91 (un incremento del 1,47%) y para fin de marzo cerró en $ 7,15 (un 1,78% de incremento) en el Rofex.
Pero además de la posibilidad de que el tipo de cambio tome aún más impulso, surgen otras opciones, por ejemplo que el aumento sea «discreto», es decir, de una vez. En ese sentido, en varias entidades locales consideran que este plan B se vuelve más probable si en las próximas semanas no se frena el drenaje de reservas. Claro que un salto directo de estas características no estaría en línea con el discurso presidencial. Cristina de Kirchner reiteró en varias oportunidades que no le pidan una devaluación. Y si bien es esto lo que finalmente sucede, el hecho es que se produce en forma algo más suave. En cambio, un golpe de un día para el otro del 15% podría acelerar la liquidación de divisas.
Uno de los economistas que opinan en esta línea es el extitular del BCRA Javier González Fraga: «Si el dólar aumentara de un día para el otro a niveles de entre $ 7 y $ 7,50, no tendría efectos sobre la inflación, porque son valores que ya están descontados por los importadores. Y al mismo tiempo invitaría a muchos sectores a vender dólares en vez de esperar que la divisa siga subiendo. Darle algo de incertidumbre al mercado cambiario, dando la idea de que puede ir para arriba, pero también para abajo, es lo que permitiría ganar reservas y acercar el oficial al paralelo».
Por Pablo Wende
Fuente: Ambito.com