El pago de los aguinaldos, el mayor consumo por las fiestas, los primeros gastos de las vacaciones, en un contexto en el que se aceleran la inflación y la devaluación, aumentaron la necesidad y la demanda de pesos de las empresas y las familias en las últimas semanas y pusieron presión sobre las tasas de interés de los bancos.
El dinero empezó a encarecerse no ya sólo para las entidades financieras sino, también, para los tomadores de préstamos del sector productivo: en las mesas de dinero de los bancos el call money saltó ayer del 18,5% a un máximo del 22% y sólo retrocedió, sobre el final de la rueda, al 19,5% anual; y las líneas que se otorgan a las compañías a cortísimo plazo para financiar capital de trabajo empezaron a encarecerse, a la par del fondeo, hasta rozar hoy un costo del 22% anual.
Los bancos deben trasladar a las tasas activas los mayores costos que debieron empezar a pagar a los ahorristas: por un plazo fijo los grandes bancos privados ofrecían ayer un 22,5% anual; a pesar de que, según la encuesta que sigue el Central, el retorno se ubicó en el 19,6% en los depósitos mayoristas (la Badlar, del último lunes, que está afectada por las colocaciones diarias que hace la ANSES). En el sector ya habían anticipado que, pasada la mitad del mes, se empezaría a notar con fuerza la estacionalidad: una mayor demanda de pesos del sector privado para el pago de aguinaldos y bonus de fin de año y el consumo de las fiestas y las vacaciones, que recalentaría, como cada diciembre, las tasas que deben pagarse por el dinero. Pero ahora los bancos sienten también la menor expansión de liquidez que realiza el Central -para evitar una mayor presión sobre los precios- en un momento en que los créditos muestran tasas de crecimiento de entre el 30% y el 50% respecto del año anterior. Ayer, el organismo inyectó apenas $ 730 millones y mantuvo prácticamente sin variaciones las tasas de interés de la deuda que licitó.
Preocupados por la inflación y la mayor devaluación que fue llevando adelante el BCRA, los ahorristas se muestran ahora más interesados en mantener sus pesos en el bolsillo que en el sistema financiero. De ahí que exijan mayores retornos cada vez que deben decidir si dejar o no su dinero en las entidades. Algo de esto ya se ve, por ejemplo, en la impresión acelerada de billetes que hace el Central. A lo largo de este año, el organismo lanzó unos 600 millones de unidades al sistema. Y de éstos, más del 80% estuvo representado por los valores de $ 100 que llevan la cara de Roca. Los billetes y monedas en poder del público se incrementan ahora a una velocidad del 26% anual, a pesar de que el crecimiento de la base monetaria es cercano al 22%.
Para algunos, este comportamiento refleja una fuga de los ahorristas hacia el consumo de bienes, que más tarde se traduce en una suba de precios, o hacia el dólar paralelo, que dispara el tipo de cambio informal.«Todos los bancos estamos cargando los cajeros a morir; y la semana que viene es posible que empecemos a sentir mayores extracciones todavía por los pagos de aguinaldos que van a empezar a adelantar algunos sectores», comentaron en un banco público.
Fuente: Ambito.com