Cada fin de año es una ocasión para expresar deseos optimistas. Es tiempo de congelar las «malas agorerías» y mandar al frente los mejores pensamientos de futuros venturosos, aunque la realidad nos esté golpeando fuertemente la cara. Es la tradición navideña y de año nuevo.

Pero en nuestro caso, en el Paraguay de este tiempo, tenemos razones para ser optimistas con base real y no sobre meras expresiones de deseos. El país está cerrando un 2013 excepcional, sin vuelta de hoja. En lo económico, una balanza comercial que pegó un respingo de casi el 50% en ventas al exterior, creciente inversión extranjera, boom inmobiliario en todo el país, radicación de nuevas empresas e inauguración de complejos industriales de gran envergadura y, pese a un segundo semestre algo desalentador en cuanto al comercio interno, un 2013 lleno de centros comerciales en plena construcción y planificación. Estamos a fin de año con una moneda estable, inflación controlada, reservas internacionales récord y cuentas fiscales razonablemente equilibradas.

Con un nuevo gobierno instalado en el cockpit del Estado, iniciamos una navegación vertiginosa y no exenta de algunas turbulencias. Horacio Cartes está mostrando buena muñeca de aviador, aunque para algunos sectores, su vuelo es un tanto audaz y peligroso. Pero mientras tanto, ha sacado algunas leyes que eran parte de su anunciado Programa de Gobierno: seguridad pública, responsabilidad fiscal y alianza público-privada. Con estas herramientas, y otras que van surgiendo en la ruta, Cartes y equipo se están lanzando a un 2014 que promete traer avances aún más marcados. No se crecerá al descomunal 13,5% sobre el PIB calculado para el cierre de 2013, pero con una ratio de 4,5 al 5%, Paraguay se mantendrá por encima de la media latinoamericana. Esto quiere decir que, alcanzado el techo de vuelo, se emprenderá una navegación «recta y nivelada» que se espera no tenga altibajos ni imprevisibilidades. Eso es bueno para un país que está siendo mirado como uno de los mejores medioambientes económicos y financieros para invertir por parte de capitales internacionales.

Queda pendiente, no hay que olvidarla, la deuda social. Pero está plenamente comprobado que a la pobreza se la combate con eficiencia a través del desarrollo económico y la inclusión social. Esto significa, generar para distribuir. Las transferencias condicionadas deben ser vistas como un cohete de despegue, pero el resto lo hacen el empleo legítimo y el engrosamiento de la torta económica, en libre competencia e igualdad de oportunidades.

Se viene un 2014 lleno de desafíos. Dicen que estamos en «la década paraguaya», que nos llevará a una sociedad más justa hacia 2023. En el camino comprobaremos la verdad de este aserto. Lo esperamos desde que en 1811 rompimos las cadenas y decidimos vivir libres y soberanos.

 

Fuente: Cronista.com

¿Será el comienzo de la “década paraguaya”?